Fuente: MateriaBiz.com (Argentina)
Link:http://www.materiabiz.com/mbz/entrepreneur/nota.vsp?tok=1189604940875&nid=32503
Autor: Luis J. Sanz (INCAE)
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Autor: Luis J. Sanz (INCAE)
En general, creemos que el crecimiento de la empresa es lo mejor que puede ocurrir y apuntamos hacia allí los cañones de la estrategia. Sin embargo, mejor analizar cuidadosamente la situación antes de cometer un costoso error...
¿Cómo es posible que crecer no sea una buena noticia? Bueno, cuando la empresa destruye valor, y el crecimiento no la ayuda a dejar de hacerlo, más ventas sólo pueden significar una cosa: mayor destrucción de valor.
Por eso, crecer no siempre resulta conveniente. Más que una apología de lo pequeño, el argumento de este artículo es simple: una empresa debe crecer en la medida que eso signifique mayor creación de valor. Lo contrario es simplemente un desperdicio de los escasos recursos de que dispone la sociedad.
¿Por qué entonces muchas organizaciones se obsesionan con el crecimiento?
Detrás de esta tendencia se encuentra usualmente la esperanza que un mayor número de ventas será suficiente para resolver cualquier problema. Como si el crecimiento no trajera consigo sus propios contratiempos, o no demandara recursos adicionales.
Aun si la compañía cuenta con capacidad instalada sin utilizar, un aumento de las ventas tiende a demandar un mayor capital de trabajo. Sólo cuando el crecimiento permita alcanzar economías de escala (y, por tanto, mejorar la creación de valor) una compañía que destruye valor debería considerar aumentar sus ventas.
Ahora bien, ¿cómo se mide la creación de valor?
En los últimos años, se ha popularizado el indicador del valor económico agregado (EVA por sus siglas en inglés). Una de las principales contribuciones de EVA consiste en recordarle a la gerencia que los recursos de los accionistas (incluyendo las utilidades que han sido reinvertidas en la empresa) tienen un costo de oportunidad mayor a cero.
Si este costo no es reembolsado adecuadamente, incluso una empresa con utilidades puede estar destruyendo valor. Por supuesto, EVA también trae consigo una serie de ajustes para tratar de pasar de una medición del valor con base contable a una medición con base en el efectivo.
Las empresas que destruyen valor deben concentrarse, entonces, en mejorar su desempeño. Para lograrlo, probablemente deban invertir en mejorar a sus procesos, desarrollar nuevos productos, etc.
Pero para algunas compañías estas inversiones serán más sencillas que para otras, dependiendo de su generación interna de recursos.
El rango de acción es mucho más limitado cuando no se cuenta con los fondos necesarios. Y esto, usualmente, genera la necesidad de atraer nuevo capital, en momentos en lo que precisamente la situación de la compañía no es la mejor. Pero si no es posible financiar la reestructuración necesaria, entonces cerrar la empresa se convierte en una alternativa a considerar.
La situación es diferente si la empresa destruye valor pero genera flujo de caja. En ese caso, es necesario vencer la tentación de usar esos recursos para financiar el crecimiento. En su lugar, mejor dedicarlos al perfeccionamiento de la organización, a fin de revertir la tendencia negativa en cuanto a creación de valor.
A este respecto pueden hacerse dos cosas. Una es reducir el costo promedio ponderado de capital a través de una recomposición de la estructura de capital. La otra es incrementar el retorno de los activos operativos netos.
Normalmente, esto demanda una mayor rotación de los activos, una mejor gestión de los inventarios, de las cuentas por cobrar y por pagar, un rediseño de procesos, etc. El camino será diferente para cada empresa, pero el objetivo es el mismo en todos los casos: incrementar la generación de valor.
Una vez que la organización está generando valor, entonces se puede volver la atención al tema del crecimiento.
¿Existen oportunidades en el mercado? ¿Cuántas de esas oportunidades podemos aprovechar con la generación actual de recursos? ¿Me llevan esas oportunidades a una mayor generación de valor? Existen dos formas de crecer.
El crecimiento orgánico es la expansión natural de las ventas de la empresa, producto de una estrategia que le permite ser competitiva y mantenerse a la par del crecimiento de mercado o incluso robarle participación de mercado a sus competidores.
Pero si la empresa quiere crecer rápidamente en un sector que no crece al mismo ritmo, se vuelve necesaria una estrategia más agresiva a través de fusiones y adquisiciones.
En cualquier caso, no deje que el crecimiento perturbe el enfoque de su visión y lo desvíe de la senda de la creación de valor. Sus accionistas no se lo perdonarán.
Luis J. Sanz
Ph.D., profesor de INCAE, consultor en finanzas, gobierno corporativo y empresas familiares. Su investigación ha sido publicada en libros, revistas académicas y de divulgación en América Latina, Estados Unidos y Europa, recibiendo premios internacionales. Luis.Sanz@incae.edu
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